viernes, 31 de agosto de 2012

Para los que gozan de sus viejos a los 30...

Escuchando una tremenda banda: QUEEN y tomando una cerveza hoy, viernes a la tardecita, me puse a pensar, un tanto melancólica, en que a mi papá le gustaba esta banda. De ahí salté a otro pensamiento que me llevó a plantearme la cantidad de cosas que no pude compartir con él. De repente, reflexiono sobre cómo sería escuchar ésto a su lado y las charlas que podríamos tener. Se me ocurren un montón de preguntas para hacerle y no tengo más que dudas, porque en realidad, se murió cuando yo todavía era muy pendeja y no veía el mundo como lo hago ahora, ni siquiera tomaba birra por esos tiempos.
Y sigo pensando, entonces, en que la cagada de que se te muera tu viejo a temprana edad es esa: la falta de charlas con birras y música de por medio, para conocerlo un poco más. Cuando se dan este tipo de situaciones, me doy cuenta de todo lo que no le pregunté y no por boluda, sino porque todavía no era la hora de hacerlo y el maldito tiempo o destino, nos jugó una mala pasada. No pudimos hacerlo y lo lamento muchísimo... más de lo que quisiera. Y veo a todos los que tienen la posibilidad que yo no tuve y es genial escuchar esas conversaciones y participar de esos momentos.
Mi papá se murió cuando yo tenía mis 22 años focalizados en ser una buena madre, porque por esa época Fran tenía 3. Así que imaginen, con una emancipación temprana a los 19, un par de visitas en la semana y otras durante los findes, el tiempo pasó muy rápido para algunas cosas y muy lento para otras.
No puedo evitar entonces, ponerme nostálgicamente nostálgica en ocasiones como esta, en las que la música es un transporte directo hacia los recuerdos de algo que nunca sucedió. Y me vuelvo a preguntar cómo hubiera sido escuchar QUEEN o THE BEATLES con él. Entonces, recurro a mi mamá y le pregunto algunos datos pero, inevitablemente, no es lo mismo, porque no sé muchas cosas y lloro, y pienso en decirle a todos los muuuuuuy afortunados que gozan de sus viejos a los 30 que lo aprovechen a full!!!! 
Cuando se van dejan un vacío tremendo, que es más tremendo aún si han quedado momentos por compartir o charlas por tener.
Ninguna diferencia es tan grande como para desaprovechar ese vínculo tan primario como esencial, ninguna pelea o discución está carente de solución y es tristísimo encontrarse un viernes a la tardecita escuchando la música que a él le gustaba y sólo poder pensar en todo lo que nos faltó por vivir. 
A mí, el tiempo no me dió una tregua, pero aquellos que sí gozaron y gozan de ella, en serio, no la dejen pasar, porque después si que no hay vuelta atrás... ni siquiera los sueños te dan esa tregua.
Y extrañar eso que nunca va a suceder, es la peor parte de haberlo perdido...


Si en algún lado estás, pa... ¿Alguna vez viste a QUEEN en vivo?

viernes, 24 de agosto de 2012

Los sueños y las metas...

"¿Cuándo vas a volver a escribir en el blog?" Me preguntaba una mina que nada que ver en un sueño, y yo le daba toda una explicación de por qué no lo hacía, que estaba ocupada en otras cosas, que no tenía tiempo ni se me ocurría nada para escribir... hasta que le dije: "en realidad podría escribir sobre esto de por qué no escribo o, al menos, así podría comenzar..." Y fue tan real el sueño, que lo tuve que evocar como tal para darme cuenta de que era imposible que esa mina me preguntara semejante cosa, ya que nunca lo había leido o yo nunca me enteré de que lo hiciera.
En fin, de repente acá estoy, escuchando "Friday i'm in love", viendo por la ventana el espantoso día nublado, añorando el calorcito de ayer y preguntándome si escribo sobre los sueños o sobre lo bien que me hace la proximidad del verano. Y automáticamente se me ocurre hablar de lo que cuesta estar en donde uno quiere estar, pero de lo satisfactorio que es caminar hacia allí, sabiendo que pueden darse pequeños pasos que te acercan a tus objetivos. Cuesta, claro que si, pero si seguis remando algún redito te llega tarde o temprano. Y que lindo es cuando miras para atrás y ves que has conseguido algunas cosas, y cuando miras para adelante y no te asustás tanto, ni te desesperas, porque sabes que sos capaz de llegar a tus metas. El secreto, me parece, es no abatatarse, ir de a poco, hacer una cosa por vez, porque todo junto no se puede, te dispersa, te agota y terminas abandonando lo que sea que emprendiste.
Al final terminé escribiendo cualquier cosa, "brainstorming" si los hay, y contrariamente a lo que profesa mi oficio me he dejado llevar sin saber el final de esto, es decir, sin saber a dónde voy. Lo bueno es que esto es sólo un texto corto y no pasa nada si no sé a donde voy, porque está ligado al ocio y no al trabajo.
En cambio, es bien sabido que cuando uno escribe un guión, como en la vida misma, si no sabe hacia donde va está frito. Puede haber tantos caminos ha tomar como finales a escribir y si uno no elige uno de antemano puede estar años dándole vueltas a la misma cosa... y no es joda, eh?? Entonces, lo primero es visualizar el objetivo y después se empieza a contar la historia, el cómo se llega hasta ahí. Y en ese aspecto, es mucho más fácil porque todo lo que se escribe conduce de una manera u otra a alcanzar el descenlace de la historia. Nada de lo que está escrito está escrito porque sí, todos los caminos conducen a esa Roma que nos imaginamos desde un primer momento y así es como tiene que ser. Aún lo que parezca sin sentido tiene sentido al final y eso se ve justo ahí, en donde todo termina. 
La vida es como un guión o cada meta que nos proponemos lo es... si uno sabe el final al que quiere llegar se imagina la pelicula justa para hacerlo y no se distrae en el camino. Es difícil, sí, pero mientras más ejercicio se realiza, mejor se hace con el correr del tiempo y es muuuuy gratificante.

Bue, aparentemente me fui por las ramas, pero como todo tiene que ver con todo y algo estoy aprendiendo sobre este oficio de llegar a los finales, no es casualidad que a partir de un sueño en el que me cuestionaban por qué no escribía más en el blog, hoy esté terminando un texto que en breve será publicado. Evidentemente, esa era mi pequeña meta del día y la doy por concluida... :) 

 















-“Minino de Cheshire, ¿podrias decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?”
-“Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar” - dijo el Gato.
-“No me importa mucho el sitio…” -dijo Alicia.
-“Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes” - dijo el Gato.

lunes, 23 de julio de 2012

¿DISCUTIR O PELEAR?

Si uno sacara la cuenta de la cantidad de veces que ha utilizado las palabras DISCUTIR y PELEAR como si fueran sinónimos, y a su vez, la cantidad de veces que se ha reflexionado sobre el real significado de cada una, la balanza se inclinaría inequívoca y abruptamente hacia lo primero y en detrimento de lo segundo.
Para mí, la una y la otra se diferencian, primordialmente, en que con una se CONSTRUYE y con la otra se DESTRUYE. Pero para ir más al fondo de esta apreciación mía, me remontaré a los inicios de la humanidad, allí por dónde el hombre comenzaba a utilizar la palabra......... na na, no me voy a ir tanto, nomás me quedo en este tiempo para darle un marco más actual a la cosa.

Reflexionemos: ¿cuántas veces uno encara una "discusión" con el objetivo de llegar a un acuerdo y cuántas lo hace con el fin de herir al otro manifestando los pareceres propios a través de un monólogo sordo, desatinado y ciego? Ahora... ¿se es consiente de esta segunda manera de hablar? Yo creo que a veces sí y otras no, ambas peligrosas y nocivas por igual. La primera, porque es bien al pedo y en nombre de la famosa frase "por lo menos se lo dije y me descargué" se dicen cosas que, lejos de llevarte a buen puerto, empeoran la situación. La segunda (quizás peor), es una verdadera cagada (en criollo para que todos lo entiendan) porque implica que ni siquiera nos hemos puesto a reflexionar sobre cuál es el verdadero fin de una discusión y con ese criterio, las cosas se nos van de las manos y terminamos diciendo barbaridades que nos alejan aún más de la persona con la que estamos en "conflicto".

Dicho esto me pregunto: ¿cuán sinceros somos a la hora de hablar con alguien? ¿Realmente queremos arreglar las cosas o simplemente vamos a pelear para ver quién tiene la razón en todo esto? Este es un punto clave que, para mí, marca la diferencia entre DISCUTIR y PELEAR. 
Cuando se discute, se intenta construir para conservar la relación, para solucionar algún problema (siempre los hay) o pulir asperezas. El objetivo es escuchar la postura del otro y expresar la propia sin calenturas, sin enojos y dejando el EGO en el freezer para que no salte como gato enjaulado (o cascoteado) cuando el otro dice algo que no nos gusta demasiado. Y ese es otro punto: durante una discusión, lo más probable es que nos digan cosas que no nos gusta escuchar, lo cual no significa un ataque (y no debe tomarse como tal), sino que es la mera expresión de algo que no contribuye en nada a la relación. Se plantea como un problema que, lejos de sumar, resta y que simplemente hay que solucionar a través de la palabra bien intencionada.
Cuando se pelea, en cambio, el diálogo se torna trunco teñido por el deseo y la avaricia de tener la derecha o la razón a cualquier precio. Ahí es cuando las cosas se ponen feas, las palabras brotan cual lava caliente de un volcán que erupciona sin medir las consecuencias y sin pensar que la persona que tenemos en frente, probablemente es un ser querido con el cual hemos tenido el infortunio de no hablar las cuestiones en su debido momento y forma, lo que nos ha llevado a un mal entendimiento que aumenta las asperezas y disminuye las posibilidades de limarlas pacíficamente.

Dicho esto entonces, pienso: que las relaciones afectivas todas, no son de color rosa y, en ciertas ocasiones, necesitan un ajuste de tornillos para encausarse. Por eso, lo mejor es siempre hablar y plantear los problemas a medida que se vayan presentando, sin dejar que pase el tiempo para evitar un posterior decálogo de historicismo absurdo que nunca se dice de buena manera y sólo sirve para empeorar la coyuntura. La palabra está para eso y tenemos la obligación de hacer con ella un uso correcto y concienzudo, es la única manera que existe de hacer que la comunicación sea fructífera, constructiva y certera. Porque, si bien las relaciones no son color de rosa, tampoco son negras, pongamos nuestro granito de arena para que al menos vayamos del oscuro al claro y no viceversa.

viernes, 22 de junio de 2012

“Los domingos sirven para reventar como un sapo”



Los domingos sirven para reventar como un sapo y lo digo literalmente. 

No sé cómo reventarán los sapos (no tuve la dicha de ver a ninguno), pero me imagino que los estados a los que uno llega en determinados domingos, debe asemejarse bastante. La “reventada” puede ser producto de alguna causa particular, de la combinación de dos o más, o de la confluencia de todas. 

Para empezar a enumerar, voy a hablar de la más común: COMER COMO ANIMALES todo tipo de alimentos (nocivos en su mayoría) hasta quedar inmóviles, panza arriba y listos para esperar la muerte (que si viniera a buscarnos, necesitaría una grúa para remolcar semejante bola de kilos).
Acostumbrados a una alimentación precaria durante la semana (arroz, fideos, panchos y pizza), muy poco elaborada, repetitiva, escasa y a las apuradas, los domingos en familia son concebidos como una revancha. Las madres, tías o abuelas nos esperan con banquetes desproporcionados en cantidad y calidad, con una variedad de ensueño y decididas a emplear cualquier tipo de artilugio si venimos cortos de hambre (no aceptan un “no” ni por casualidad). Entre frases como: “Nena, proba ésto y ésto y esto”, “Comeeeeeeeeeeete el último pedacito” o “Te hice la comida que tanto te gusta”, vamos de una fuente a la otra como si se tratara de un torneo con postas en el que, obviamente, gana el que pasa por todas, aún cuando en las últimas ya le cuesta respirar. Solo está permitido tomar gaseosa, razón por la cual la hinchazón se hace cada vez más y más pronunciada. Ni mencionar los mates que vienen después, acompañados de alguna/s torta/s y las sobras del almuerzo que exterminamos a la noche en nuestras respectivas casas.

Otra causa del “reventón”, está directamente relacionada con la característica propia de los domingos: SON UN BAJÓN. No solamente se puede reventar físicamente, emocionalmente… ¡¡¡también!!! No sé cual será el origen de ésto, pero el séptimo día es tristísimo y si estamos en invierno, peor. Encima en la tele no hay nada bueno para ver, te da fiaca salir a visitar amigos, dormís siestas eternas (varias durante el día), te ponés a rememorar viejas épocas con canciones nostalgiosas (porque uno es masoka masoka), te pinta la angustia oral y seguís comiendo… se te hace laaaaaaaaaaargo el día y terminas reventándote la cabeza contra la pared porque no te queda otra, es el paso obligado. 

Otra causa, un clásico: EL DESCOQUE DEL SÁBADO POR LA NOCHE. Si saliste la noche anterior y el domingo te agarró en tu casa con resaca y solo, sin nadie que te haga un miserable tesito o te de apoyo logístico mientras te desarmás en el baño… eso si que es feo. Te dormís con el mundo patas para arriba y te despertás igual, tomás coraje (solo coraje, porque ni el agua pasa) y repasás en tu cabeza el recorrido que hay de la cama hasta el baño, dándote fuerzas y pensando que “Vos podés, vos podés”. Te sentás en la cama (ya es un gran paso), aguantás un rato ahí viendo que onda, bajás las piernas y el frío del piso apura los trámites, salís corriendo al baño y llegás jugadísimo. Puede que toda esa serie de acciones no te salga de una, pero es normal e intentás no desmoralizarte ante los intentos fallidos. Volvés a la cama arranstrándote, transpiración a full y frío, mucho frío (sudor helado, ay ay ay ay), te metés de nuevo entre las sábanas, pero sólo por unos instantes, porque vas a repetir el recorrido tantas veces como sea necesario y usualmente la cantidad no baja de las 6 o 7. Mientras tanto, despotricás contra el domingo, la cerveza, el fernet, la soledad, el Alikal que no funciona, el Biletan Encimático que te olvidaste de tomar la noche anterior, contra el frío, contra el calor, contra la soledad de nuevo y así te pasas un domingo del demonio, postrado en la cama y pensando como coño vas a hacer al día siguiente para ir a laburar.

Los domingos solo sirven para que uno reviente como sapo. Alguien tendría que haberle avisado al “fierita” que en el séptimo día uno no descansa, sino que se cansa más que cualquier otro día de la semana, porque se la pasa tejiendo melancolías en medio de una oralidad desaforada.
Ante sala de los lunes, post sábados de furia, el domingo sirve para que reventemos como sapos, habrá que cuidarse de no salpicar tanta m……………….